Existen 4 bases de pensamiento o conceptos sobre los que se basa nuestra relación con la alimentación que nos hacen sufrir mucho, y que nos hacen tener una relación poco sana tanto física como mentalmente con ella. ¿Te reconoces en algunos de los siguientes casos? Si es así, tranquilo/a, es normal. El entorno nos ha condicionado tanto que hemos construido sin darnos cuenta nuestra identidad alrededor de ellos. Por ello te animamos a reflexionar conscientemente si tiene sentido reorganizar tu filosofía de alimentación.

  • Buenos y malos. ¿Le atribuyes a ciertos alimentos la categoría de buenos y malos? ¿Es una hamburguesa mala, es un zumo de naranja bueno? Aunque por supuesto, los alimentos podríamos considerarlos más o menos saludables, las atribuciones de Buenos y Malos suelen generar una relación basada en la restricción, la frustración, la condena, etc. Comerte un croissant en una café de París en la celebración de tu 20 aniversario de bodas no es malo. El croissant no es malo per se si se aprende a relacionarse de manera adecuada con los alimentos de consumo recurrente y los de consumo esporádico.

 

  • Extremos. ¿Eres de los que cuando se proponen algo como pueda ser una dieta, la cumples al 100% sin ningún tipo de excusa, pero al mismo tiempo, pasas recurrentemente por periodos de “desfase” total en los que no hay ningún tipo de filtro como puede ser las vacaciones de verano? Si esto te pasa, quizás un modelo un poco más flexible de relación con tu alimentación te pueda ayudar. Aprender a moverse en los grises y no tanto en los extremos mejora la relación física y mental con la alimentación.

 

  • Falta de contexto. Aprender a contextualizar qué debería comerse recurrentemente y qué de manera esporádica es una de las grandes bases de la alimentación saludable. Los filtros a la hora de comprar en el supermercado o a la hora de decidir sobre el menú de mediodía deberían ser diferentes a los de comer un dulce en Navidad. Aprender a diferencias los momentos recurrentes de los esporádicos y actuar bajo una decisión racional es difícil, pero es parte del equilibrio definitivo de la alimentación saludable.

 

  • El peso. Por último, dejamos el concepto más condicionante para muchas personas respecto a su relación con la alimentación. La báscula parece dictar lo que es bueno o malo en alimentación, y esto es muy interpretable. La lucha por un peso normativo nos hace tomar decisiones precipitadas basadas en calorías y discriminando factores más importantes para el correcto funcionamiento del cuerpo. Liberarse de la condena de contar calorías es uno de los objetivos de la alimentación consciente (aunque haya que tenerlas en cuenta).

 

¿Te resuena algunas de estas cuestiones? Si la respuesta es que sí, entonces ya estás en el camino de la creación de una alimentación más saludable y consciente. Te animamos a seguir descubriéndolo.