La práctica deportiva como herramienta de desarrollo personal

Cuando pensamos en deporte o hacer ejercicio físico como parte de nuestra vida, solemos ver solo ciertas partes de esa actividad. Podemos verlo como deporte profesional, un espectáculo para ver en directo o en la tele, podemos practicarlo como una forma de ocio, por ser saludable o incluso hacemos ejercicio por una mera cuestión estética respecto a nuestro físico.

Pero el deporte, más allá de ser una actividad física, está intrínsecamente unido a nuestra forma de ser, aunque no lo practiquemos, ya que forma parte de nuestra historia, nuestra cultura y nuestra sociedad. Además, es un pilar fundamental en el desarrollo integral de las personas. Su influencia positiva abarca no solo el ámbito psicomotriz, sino también se extiende a las habilidades sociales y la gestión emocional.

Acompáñanos a descubrir la trascendencia del deporte en nuestro día a día y a explorar cómo el deporte se convierte en una fuente inagotable de aprendizaje y crecimiento vital, capaz de moldear nuestra personalidad y enriquecer nuestra calidad de vida a lo largo de todo nuestro camino.

Deporte, aprendizaje para la vida

Niños jugando y saltando con una pelota

 

Desde temprana edad, el contacto con el deporte se convierte en una experiencia formativa, proporcionando no solo destrezas físicas, sino también lecciones valiosas sobre cooperación, respeto y superación personal, un camino hacia el autoconocimiento y la expresión de nuestras capacidades.

  • Desarrollo psicomotriz y sus beneficios

En la infancia, el deporte se convierte en un laboratorio natural para explorar y desarrollar la psicomotricidad. Al correr, saltar, lanzar y atrapar se establecen conexiones neurales fundamentales que contribuyen a la adquisición de habilidades motoras finas y gruesas.

El ser humano lo hacemos de manera natural, pero, con el estilo de vida actual donde niños, niñas y adolescentes pasan tanto tiempo en clases y con ocio sedentario, se debe trabajar a través de actividades, juegos y educación física.

Esta etapa es crucial para el desarrollo de la coordinación, el equilibrio y la percepción espacial, habilidades esenciales y patrones de movimiento que nuestro cuerpo integra y que no solo influyen en el rendimiento deportivo, sino que también tienen un impacto significativo en la vida diaria y que nos servirán en nuestra edad adulta como recuerda este vídeo de Estados Unidos que concluye:

La educación física dura toda la vida, dile a tu colegio: necesitamos más EF.

 

A medida que crecemos, la práctica deportiva nos permite evolucionar la capacidad de controlar y afinar movimientos cada vez más complejos. La repetición y el entrenamiento constante no solo perfeccionan las habilidades técnicas, sino que también fortalecen la conexión entre el sistema nervioso y los músculos, logrando una ejecución más precisa y eficiente.

Niña pequeña practicando deporte con ayuda

 

Pero el desarrollo psicomotriz va más allá de la mera habilidad física. Se extiende al ámbito cognitivo y emocional. La práctica deportiva fomenta la concentración, la toma de decisiones rápida y la capacidad de anticipación, habilidades que son transferibles a numerosas situaciones de la vida cotidiana.

  • Habilidades sociales y gestión emocional desde el deporte a la vida

Al participar en actividades deportivas, las personas aprenden a trabajar en equipo, a comunicarse de manera efectiva y a desarrollar habilidades de liderazgo. Estas interacciones son fundamentales en nuestro desarrollo como personas y nos dan herramientas para poder desenvolvernos como adultos y adultas funcionales en nuestra vida diaria, contribuyendo a construir relaciones más sólidas y satisfactorias.

Además, el deporte es un campo de aprendizaje y entrenamiento para la gestión emocional.

En la práctica deportiva nos encontraremos situaciones que nos enseñan a enfrentar desafíos, celebrar victorias, aceptar y superar derrotas, tolerar frustración, seguir rutinas, aceptar órdenes, confiar en otras personas, dar apoyo y ayudar a otras, asumir nuestro rol en un grupo, no conseguir siempre lo que se desea, aprender de los errores, trabajar la paciencia y la constancia, ser resiliente, mantener la calma bajo presión, concentrarse en una actividad…

También provoca un desarrollo más “espiritual” en el sentido de tu amor, pasión y conexión por tu deporte. Aprender a amar lo que haces y lo que tienes alrededor. Valorar lo que te aporta en la vida y te hace sentir una persona plena.

hombre apoyando a mujer boxeadora

Todas estas y otras emociones surgen en la práctica deportiva y es fundamental aprender a regularlas de forma positiva porque su impacto perdurará toda la vida.

De igual manera, una experiencia de entrenamiento y práctica deportiva poco segura durante la infancia y adolescencia, como entrenamientos abusivos, negligencia, violencia de cualquier tipo, convertirán al deporte en una fuente de malas experiencias cuyos efectos negativos marquen el desarrollo de una persona, provocando problemas de autoestima y relaciones interpersonales y sociales en su etapa adulta.

Como vemos el deporte no solo repercute en el cuerpo, sino también el alma y las relaciones interpersonales. Es fundamental que esa repercusión sea positiva en todos los aspectos.

Frustración en el deporte enseña para la vida

El cerebro plástico y el aprendizaje continuo

El cerebro humano, en su admirable plasticidad, tiene la capacidad de establecer nuevas conexiones neuronales en cualquier etapa vital, este aprendizaje se puede adquirir en cualquier momento de la vida.

Hombre anciano practicando remo

  • La educación física no es cosa de niños/as

Uy! No, no. ¿Cómo voy a empezar eso a mi edad? Eso es muy difícil para mí. Si yo no llego a tocarme ni los pies. [pues precisamente por eso…] Eso es para niños/as. Yo ya no estoy para esos trotes…

Estas son frases que se escuchan a personas adultas cuando se les propone hacer ciertas disciplinas deportivas. Es común el rechazo que producen en las personas adultas actividades físicas que se alejan de las más típicas: gimnasio, running, la actividad aeróbica de moda, pádel y poco más.

Mujer frente a pared de escalada

Sin embargo, la práctica deportiva continúa siendo una fuente inagotable de aprendizaje a lo largo de toda la vida. Esto significa que nunca es demasiado tarde para empezar a practicar un deporte y encontrar una vía para mejorar su salud, desarrollar nuevas habilidades, establecer relaciones sociales y fortalecer el bienestar emocional.

Bailar, escalar, subirte a unas telas, patinaje, aprender a hacer el pino o lo que te propongas. Solo tienes que escuchar a tu cuerpo y progresar según tus capacidades de forma adaptada y segura.

En el caso concreto de las mujeres, el ejercicio puede ser un aliado perfecto para sobrellevar los diferentes ciclos de su vida, como contamos en este artículo especial sobre actividad física en la mujer.

Además, está demostrado que al aprender nuevas actividades y generar nuevas conexiones neuronales, estamos ayudando a retrasar la aparición de enfermedades degenerativas y/o cognitivas como la demencia senil o el Alzhéimer.

Conclusión

El deporte no es simplemente una actividad física, sino un pilar fundamental y herramienta invaluable que moldea nuestra personalidad y enriquece nuestra calidad de vida. Desde la infancia, nos brinda valiosas lecciones sobre cooperación, respeto y superación personal, forjando no solo habilidades físicas, sino también emocionales y sociales. El desarrollo psicomotriz contribuye a la adquisición de destrezas motoras esenciales, mientras que el trabajo en equipo y la gestión emocional nos preparan para enfrentar desafíos en la vida diaria.

De manera recreativa, como mantenimiento físico, para deportistas de competición, incluso como herramienta en talleres con enfoque social o de desarrollo personal, debemos dar a la actividad física la importancia que merece y hacer énfasis al efecto que produce en nuestro cuerpo, en nuestra mente y en nuestra vida.

Personas adultas disfrutando del deporte y la vida